La mujer en la Edad Moderna
Inés de Suárez participó
con Pedro de Valdivia en
la conquista de Chile
La condición de la mujer en la Edad Moderna no fue muy distinta de la medieval. Las pertenecientes a la nobleza se dedicaban a educar sus hijos y dirigir la casa. Las campesinas compaginaban las tareas agrícolas con las domésticas y donde se instauró el trabajo a domicilio se dedicaban también a ello. En las ciudades trabajaban en el servicio doméstico como sirvientas o nodrizas o en el comercio.
Los padres eran los que decidían el casamiento de sus hijas, condición de la que no se salvaban ni las pertenecientes a la alta nobleza, con ellas se ganaban o perdían territorios, por lo que su postura era de total sometimiento.
Sostengo que una mujer no debería parecerse en absoluto a un hombre en su modo de andar, sus maneras, sus palabras, sus gestos y su porte. Y así como es muy adecuado que un hombre despliegue una cierta masculinidad robusta y lozana, así también es bueno que una mujer tenga una cierta ternura suave y delicada, con aire de dulzura femenina en cada uno de sus movimientos.
B. Castiglione, El cortesano (1528)
Esta era la opinión que se tenía de la mujer, la belleza era símbolo de bondad, mientras que la fealdad suponía lo contrario.
Fíjate en lo incómodos que eran
los vestidos femeninos en la Edad Moderna
Aunque los humanistas teóricamente defendían la igualdad, en la práctica recomendaban educar a las mujeres para someterse a sus padres y esposos, hablando poco y saliendo lo menos posible a la calle. El humanista Luis Vives era contrario a la educación femenina, sin embargo Juan de la Cerda acepta que las mujeres aprendan a leer, pero no así a escribir, porque "habemos visto en nuestros tiempos que de saber las doncellas y otras damas escribir, han seguido graves inconvenientes, que de tener la pluma en la mano se recrecen".
Para el jesuita Gaspar de Astete la instrucción a las mujeres debe hacerse en casa "porque del trato y de la conversación con los muchachos de la escuela se les puede pegar alguna roña de libertad y malas costumbres", haciendo así alusión al clima de libertad que disfrutaban los hombres, pero que las mujeres no debían ni intuir, para no desearlo.
Sin embargo hubo algunas que se saltaron las convenciones sociales, es el caso de Inés de Suárez, extremeña, que participó activamente en la conquista de Chile.
Durante los siglos XVI y XVII la higiene fue escasa, por el miedo a la transmisión de enfermedades por el agua. Hombres y mujeres se frotaban con polvos y se perfumaban, lavándose sólo las zonas que quedaba sin cubrir por las ropas: pelo, cara, manos, cuello y pechos, que eran blanqueados, por considerar el color blanco símbolo de pureza. En el siglo XVIII se instauró el gusto por la higiene, instalando bañeras en las casas.
La indumentaria femenina era incómoda, con pesados vestidos que dificultaban sus movimientos, entallados corsés y generosos escotes.
La historiografía tradicional ha silenciado el papel de las mujeres en esta época, pero pese a todas las trabas ejercieron profesiones propias de hombres como la medicina o la filosofía y muchas participaban igual que los hombres en los salones.
Podrás comprobarlo en el siguiente enlace:
http://www.sabuco.com/ei/fil%C3%B3sofas_y_cient%C3%ADficas_moderna.htm .